domingo, 19 de octubre de 2008
Nuevos circuitos de relaciones familiares
En mi trabajo como psicóloga he escuchado a muchos jóvenes y niños hablar sobre sus relaciones familiares: “Mis padres se divorciaron, mi familia ya no está unida y me siento triste.” El divorcio de los padres lo viven como el fracaso del modelo de familia único. Pensar que el divorcio es un fracaso los lleva a sentirse decepcionados; sienten que pierden a algunos de los padres y esto les produce sentimientos de tristeza porque la familia “ya no existe”.
Es importante reflexionar sobre los juicios que tenemos de familia, pues tiene gran impacto sobre el comportamiento de los hijos.
El concepto de familia difundido, es el de aquella que está conformada por padre, madre e hijos. Este esquema es visto como el normal y único, por tanto las familias que no estén constituidas así desde esta visión, son consideradas como fracturadas, “rotas”, “desintegradas” y por tanto atípicas. Ver desde este punto de vista a la familia implica descartar otras posibilidades.
Me gustaría mostrar otros puntos de vista que nos permitan abrir posibilidades para la acción en nuestros hijos:
Actualmente en nuestra sociedad existen familias conformadas por padre e hijo(s), o madre e hijo(s) o abuelos y nietos, etc. Es decir, existen circuitos de relaciones familiares novedosas que crean diversas posibilidades a sus integrantes. Visto desde aquí no se trata de ver si son familias atípicas, disfuncionales desde el modelo de familia “normal”, sino de entender que hay otras formas de relacionarse y de convivir que también pueden ser sanas. Independientemente de que el padre y la madre no vivan juntos, el hijo tiene la posibilidad de construir la relación que desee con cada uno de sus padres. El hecho de que el padre y la madre no vivan juntos no implica que los hijos no puedan llevar una buena relación con ambos y sentirse bien.
Una niña de 8 años cuyos padres viven separados, le decía a su madre con quien vive:"tu y yo somos una familia y mi papá y yo somos otra”, ella aprendió a moverse de manera diferente sin que esto significara sufrimiento, simplemente son maneras distintas de relación.
Visto desde aquí, no se trataría de ver qué familias son funcionales o disfuncionales, sino de entender cómo cada familia crea esquemas de relación que les permiten a las personas crecer y sentirse bien. Son posibilidades diferentes, esquemas divergentes que habría que conocer y analizar.
Si analizamos a las familias desde este punto de vista y lo hablamos con nuestros hijos será más fácil que ellos se sientan seguros, y que no lo vivan desde el fracaso o el dolor. Muchos de los sufrimientos de nuestros hijos están anclados en los juicios que tenemos los padres sobre la relación de pareja y de familia. Por ejemplo, una madre le decía a su hijo adolescente: “Ahora que tu padre me dejó yo ya no seré la misma, esta familia se acabó, no sé que será de nosotros”. Los juicios de esta madre cierran posibilidades de crecimiento en los hijos, transmiten la idea de que no hay manera de relacionarse de otra forma, de convivir desde otro lugar.
Esta mirada nos invita a tener una actitud flexible, a buscar nuevos repertorios de relaciones que quizá no existan y habrá que construir con nuestros hijos y nuestra pareja.
Esta nueva actitud nos invita a abrirnos, a construir espacios de conversación en donde por ejemplo, podemos preguntar a nuestros hijos qué es lo que desean, cómo se sienten ahora que su padre o madre no está en casa, cómo les gustaría que fuera la relación, qué cosas les gustaría que hiciéramos o que antes hacíamos con ellos. Esto es encontrar nuevas formas de relación atendiendo a las inquietudes y deseos de las personas, esto es construir algo diferente.
Una señora comentaba:"Ahora que estoy divorciada no sé qué hacer, antes salía con mi esposo y mis hijos, ahora no sé a dónde ir, cómo comportarme con mis hijos”. Ella no encontraba de dónde sujetarse para sobrellevar su nueva situación, además su madre le decía: “tu matrimonio es un fracaso, ¿cómo te vas a presentar ahora en la sociedad? Todos estos juicios son infértiles, ahora esta mujer tendrá que construir un nuevo modelo de relación que la haga sentir bien a ella y a sus hijos. Eso es flexibilizarse, reinventarse, construir modelos de relación que no existen. No hay respuestas universales, no existe un esquema único de relación o familia, y esos sólo se crean al entrar en conversación con uno mismo, con sus necesidades y con nuestros hijos.
Ensayemos otros repertorios de relación, arriesguémonos a reinventarnos cada día, disfrutemos de la posibilidad de crear nuevos espacios, relaciones que nos hagan sentir bien. Aprovechemos pues de las oportunidades que nos da la vida.
Si tienes dudas o deseas conversar, puedes dejar un comentario y me pongo en contacto contigo.
Etiquetas:
construir relaciones,
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